Irreverente, antipatriótica, un insulto al género y descaradamente revisionista. Así la describían algunos cineastas de la época. Para otros, una brillante bofetada al mito de John Wayne. Con un jovencísimo Dustin Hoffman en la piel de América y dirigida por Arthur Penn, «Pequeño Gran Hombre» (1970) se atrevió a profanar un altar sagrado hasta entonces. Uno, repleto de clichés, prejuicios y estereotipos raciales.

Un western para desmontar el western

Dicen que para entender el presente de los EEUU basta con ver sus westerns. Desde «La diligencia» hasta «Rio Bravo«, «Centauros del desierto» o «Raíces Profundas», todos grandes clásicos de John Ford y Howard Hawks entre otros, y que, fueron fundamentales en la construcción de la identidad estadounidense. Con ellos, el triunfo del hombre blanco civilizado pasó a convertirse en religión y el salvaje indígena, a veces asesino, otras figura exótica del paisaje.

Y si el indio era «el otro», el vaquero nosotros, los buenos. El héroe con sombrero y pistola. Salvador y garante de los valores americanos. Os suena familiar, ¿verdad?.

Tan solo los convulsos años 60 abrieron las puertas a otro tipo de western. Uno más crítico y acorde con los tiempos. Fue entonces, con el sueño americano desangrándose en Vietnam y las Panteras Negras incendiando las calles, cuando el cine desnudó el mito del Lejano Oeste. El más melancólico y conservador de los géneros evolucionó de forma natural en antiwestern y «Pequeño Gran Hombre» fue el primero de muchos más.

Brillante sátira la del «Pequeño Gran Hombre»

Sentado, el antihéroe, un irreconocible Dustin Hoffman que se esconde tras la máscara de Jack Crabb. Su simple existencia ya es todo un símbolo atemporal. El anciano tiene 121 años y su piel rugosa refleja el paso de la vida, cuestionando toda lógica y razón. Pero…

¿Quién es Jack Crabb?

Tal vez la misma América o quizás, tan solo un hombre viejo que no pertenece a ningún lugar. Él será el narrador y protagonista de la Historia y con su voz, frente a nosotros desfilarán los distintos rostros culturales de un mismo país. Niño blanco, joven indio Cheyenne, el más famoso pistolero y un triste borracho. Soldado del Ejército, testigo del exterminio indígena y otra vez un indio Cheyenne. Padre, marido, estafador y vendedor ambulante. Todo y nada. La memoria colectiva de un pueblo y el puente entre dos mundos: el salvaje y el civilizado.

Ahora, un viejo blanco que se niega a morir, sin antes dar testimonio de sus vivencias. Entre sus historias, la Historia en mayúscula. Esa, parece querer decirnos, que no es más que una ficción contada por los vencedores.

Estrenada en 1970 la cinta de Arthur Penn supuso un duro golpe al imaginario fundacional de EEUU. El director, que ya había mostrado su visión crítica de la sociedad estadounidense («La Jauría Humana» y «Bonnie and Clyde»), ahora, en clave de sátira, se propuso retratar el exterminio de las tribus nativas. Y a pesar de ciertas voces críticas en el seno de Hollywood, consiguió crear un western brillante e inteligente, donde la épica de los valientes ya no tiene cabida.

En su lugar, la cobardía es la protagonista. A través de ella Penn ensalza lo humano y, con tono irónico y sarcástico, retrata ese instinto de supervivencia que nos acompaña de por vida, el miedo. Huir y adaptarse, sobrevivir sea como sea. Ya no es tiempo de héroes, es tiempo del «Pequeño Gran Hombre». Una entretenida fábula violenta para desmontar el mito y entender mejor el presente.

Dónde ver «Pequeño Gran Hombre»

El clásico de Arthur Penn está disponible en streaming, concretamente en Filmin.