No he tenido el privilegio de seguir la carrera completa de la chilena Dominga Sotomayor, pero recuerdo muy bien su promisoria ópera prima, De jueves a domingo (2012), la historia de una familia que viaja al norte a plantar un árbol, a reencantarse cuando el amor de un matrimonio ha quedado atrás.
Desde entonces, la directora mezclaba puntos de vista, el de los padres y el de la hija mayor que recibía la carga del conflicto. Un conflicto para nada violento, lo importante para Sotomayor era captar la atmósfera opresiva a pesar de estar en medio de la naturaleza.

Una historia simple, controlada al cien por ciento por la directora, ahora vuelve con «Limpia», otra historia no tan complicada, donde nuevamente Dominga Sotomayor aporta su punto de vista, un tono sombrío, como pidiendo prestado al cine de terror.
«Limpia» es una adaptación bien lograda de la novela homónima (2022) de la escritora chilena Alia Trabucco.
Cintas precursoras
La temática de las empleadas domésticas (nanas) ha sido bien abordada por el cine chileno. Tenemos como referencia principal La nana (2009) de Sebastián Silva, donde Catalina Saavedra se lucía en el papel de Raquel. Una mujer llevada de sus ideas, de bajo perfil, que escondía una personalidad delirante. Era algo oscura, un personaje solitario y sus patrones no se inmiscuían.
No olvidar Play (2005) de Alicia Scherson, una visión más moderna del mundo doméstico, una empleada de origen mapuche, invisibilizada, que observaba la vida desde el prisma de sus patrones.
Las dos cintas aludidas eran introspectivas, La nana vivía en su mundo, en cambio, el personaje de Scherson (Cristina) existía sólo a través de los otros. Es evidente que lo esencial de estas cintas era el punto de vista.

«Limpia» (ver tráiler) no es la excepción, por un lado, la acertada interpretación de Sotomayor al texto de Alia Trabucco; la directora vuelve a proponer el doble juego de puntos de vista: Estela (la empleada) y Julia (la niña), ambas muy bien interpretadas, debo destacar a Rosa Puga Vittini, un papel poco usual para una niña, actúa aislada de su núcleo familiar, ensimismada, ofrece un extraño vacío imprescindible.
Tengo que hacer un paréntesis. En las tres cintas hay una visión muy pobre de los patrones, una cuestión de clase mirada desde arriba, un poco aburrida, es difícil pensar en madres tan poco complejas, medio tontas, en el caso de Limpia hasta el marido es dibujado como un cobarde insensible.
Volvamos a lo importante
Estela carga con todo el peso de la casa, los quehaceres y el cuidado de la niña. Su rostro, casi invariable, no significa falta de compromiso, simplemente cansancio. Es el punto de vista central de la cinta, ayuda a Julia, es la única persona que la entiende, los padres no se enteran de que su hija es antisocial y muy reservada.
Hay tres secuencias de piscina: inicio, premonición y final. La primera es sólo la niña que no disfruta del agua; en la segunda Estela está soñando e interviene junto a Julia en ese mundo acuático. «Limpia» va dando pistas, episodios oscuros: los ratones, el perro que la muerde, la muerte del mismo, hay algo cada vez más siniestro, esa premonición funciona como catalizador de la mala vibra.

En la tercera secuencia, Estela ya no está presente, de hecho, la patrona la echó de la casa. Ella aborda el bus al sur y la llama el guardia del pasaje para contarle la tragedia.
En esta última escena, Julia asume plenamente el punto de vista, antes mostrado por omisión, por ejemplo, cuando no jugaba con otros niños o bailando escondida en el cuarto de Estela durante la fiesta de Año Nuevo.
El problema de la personalidad de Julia está latente todo el tiempo, esperando que los adultos se dieran cuenta y en cuanto le falta Estela, simplemente ya nadie la escuchará.
Estética depurada
Hay uso de la cámara lenta, de imágenes oníricas, todas esas escenas son muy precisas. La banda sonora que escucha Estela está muy bien elegida, esa sensación que muchos niños viven, adoptando los gustos musicales de sus cuidadoras.
Es mi obligación comparar el mundo de las empleadas domésticas con aquel que nos mostró Alfonso Cuarón en Roma (2018). Si bien «Limpia» es un thriller, la visión de Cuarón es más dramática y también más humana. Es un homenaje a las nanas, donde son una más de la familia, también hay diferencias sociales, pero Cuarón no invisibiliza ese mundo paralelo. Roma es una película mucho más compleja y un retrato de época de los años 70, además de contener simbolismos más universales.

Una falencia de «Limpia» es esa visión de clase que no aporta nada personal, es igual en todas las películas chilenas que abordan el tema. Enriqueciendo a los antagonistas el filme hubiera ganado en profundidad.
Podría significar que la clase alta, los patrones, son todos unos insensibles, pero incluso en ese caso, esa falta de sensibilidad no puede ser exactamente la misma a través de los años.
Ficha técnica
Título original: Limpia
Año: 2025
Duración: 102 minutos
Producción: Chile
Dirección: Dominga Sotomayor
Guion: Gabriela Larralde, Dominga Sotomayor (Novela: Alia Trabucco Zerán)
Reparto: María Paz Grandjean, Rosa Puga Vittini, Ignacia Baeza, Benjamin Westfall, Rodrigo Palacios
Fotografía: Bárbara Álvarez
Género: Drama / Thriller psicológico
Calificación: 7,5/10









