La evolución en el cine está supeditada al paso del tiempo y es por ello que el género de terror atraviesa un proceso de innovación que se aleja de las vías tradicionales, basadas en sobresaltos y subidas abruptas de volumen. Una de estas nuevas vías consiste en revisar ciertos clásicos de la cultura popular para despojarlos de ese barniz de inocencia y mostrar un prisma más cercano a lo contemporáneo. En este contexto nace La hermanastra fea (2025), que muchos han etiquetado como la secuela espiritual de La sustancia (2024). Aquella cinta, en mi opinión bastante sobrevalorada, funcionó más por el morbo inherente que la rodeaba que por la solidez de su guion; pero, en esta ocasión, se intenta llevar la misma pulsión crítica con una coherencia narrativa superior.
El descenso a la locura
Tomando como referencia el clásico de La Cenicienta, el guion de Blichfeldt se siente como un descenso bizarro a la obsesión por encajar a través de los métodos más viscerales y rudimentarios posibles. Si bien es cierto que la narrativa es coherente con su ánimo de crítica social, encierra una dinámica algo repetitiva, ya que el relato avanza de una barbaridad a otra que la protagonista se inflige para encajar en los cánones de belleza del príncipe; entre esos pasajes se insertan subtramas o mensajes ya expuestos que funcionan más como dilatación temporal que como un auténtico desarrollo argumental. Esta estructura transmite la sensación de que el guion está limitado a preparar el terreno para la próxima escena escabrosa.
Más allá de esta apreciación, la película gana enteros a base de detalles que potencian el feroz discurso en contra de la tiranía de la belleza. En especial, porque sus momentos centrados en el horror corporal no se sienten como un mero ejercicio gratuito de perturbación, sino como un juego de espejos que deforma al individuo para mostrar hasta dónde puede llegar por someterse a un canon ajeno. La devastación que transmite la cinta simboliza lo cruento que resulta vivir para alcanzar las expectativas de otros, aunque eso suponga la autodestrucción.
La estética de la deformidad
En su cariz técnico brilla una mezcla entre un estilismo visual cuidado y lo chocante de su body horror. Abundan los encuadres cerrados y una paleta de colores apagada que refuerzan la sensación de encierro y deformidad en la que se va tornando la cinta. Blichfeldt se aleja de la espectacularidad vacía y se decanta por centrarse en los detalles de cada una de sus retorcidas “operaciones”. Quiero destacar un par de encuadres de un gusto superlativo, tanto en lo visual como en lo simbólico.
Lea Myren domina
En cuanto a las interpretaciones, Lea Myren lo es todo en la película: todo pasa por ella y todo lo sufre ella. La noruega se pone al servicio de lo que se le pide y no falla en su misión. Es una de las protagonistas más absolutas; nadie le roba presencia, y los demás personajes orbitan a su alrededor como satélites complementarios.
La crudeza como razón de ser
La hermanastra fea (2025) es coherente, en muchas ocasiones salvaje, pero a pesar de ciertos episodios repetitivos consigue impactar con la fuerza que se propone. Su choque con la inocencia y perfección del mito de La Cenicienta constituye la razón de ser más poderosa de la cinta.
¿Dónde ver La hermanastra fea?
Se estrenará en salas españolas a partir del 17 de octubre de 2025
Ficha Técnica
Título original: The Ugly Stepsister (Den stygge stesøsteren)
Año: 2025
Duración: 110 min.
País: Noruega
Director: Emilie Blichfeldt
Guion: Emilie Blichfeldt
Reparto: Lea Myren, Thea Sofie Loch Næss, Ane Dalh Torp, Flo Fagerli, Isac Calmroth, Malte Gårdinger, Ralph Carlsson, Isac Aspberg
Género: Terror, Gore, Body Horror
Calificación: 7’5/10