Hereditary, dirigida por Ari Aster

«Hereditary» (2018), una puesta en escena de lujo

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Habiendo visto la pesimista comedia negra de Ari Aster, me refiero a Eddington (2025), quise visionar otra vez su ópera prima: la atmosférica Hereditary.

El desenlace trascurre en la casa de muñecas construida sobre un árbol, la idea de un fruto anclado a sus raíces. La madre se dedica a hacer miniaturas de los espacios de la casa y la cámara de Ari Aster parece recorrer cada habitación con esa perspectiva irreal. Lo narrado está contenido en esa casa del árbol que es una versión paralela de lo que ocurre en la realidad. Son ideas que provocan al espectador, pero que el guion no supo aprovechar.

La puesta en escena es lo mejor del filme, esa artificialidad lograda con tomas panorámicas que transcurren lentamente, planos fijos para sugerir al espectador que algo oscuro ocurre dentro de esas cuatro paredes. La música acompaña ese desconcierto provocando genuino terror. El truco es simple: la cámara se mueve desacompasada respecto a los actores.

Si un personaje ingresa al plano, la cámara se inmoviliza mientras el actor está en movimiento, y cuando el actor se detiene asustado, entonces el movimiento de la cámara genera la cinética. Menos notorio, el hecho de que exista una velocidad distinta entre la cámara y los movimientos de los actores.

Drama psicológico

La primera hora de Hereditary introduce el tema de las muertes en la familia a partir del funeral de la matriarca. Ari Aster se interesa por el cariño entre las madres y sus hijos, de hecho, los familiares no parecen lamentar demasiado la muerte de la abuela. La segunda muerte podrá ser producto del azar, cosa que no calza demasiado con el final, pero que tiene como objeto mostrarnos a una madre destrozada por la muerte de su hija.

El director rompe la psiquis de la madre, muestra su profundo dolor y provoca empatía hacia los personajes, que hará más terribles los momentos posteriores que el guion va escalonando en tensión.

Lo violento de la muerte de la niña será un recurso para involucrar al espectador, también un detonante de la posterior irracionalidad de la madre.

La historia aborda el linaje e inestabilidad mental trasmitida entre generaciones, temas en los que tampoco profundiza demasiado. Existen paralelismos con El bebé de Rosemary (1968), la última parte del metraje descubre la existencia de una secta para reencarnar al demonio.

Un guion que destiñe hacia el final

En la cinta de Polanski la paranoia de Rosemary estaba plenamente justificada y también en Hereditary conforme Annie (interpretada por una perfecta Toni Collette) va descubriendo la verdad. Ahora entendemos la lejanía entre la abuela y la madre. La paranoia se apodera de Annie, al igual que de Rosemary, pero donde Polanski sugería la presencia de lo demoníaco, Ari Aster lo desarrolla a través de una convencional secta satánica con sus ritos respectivos.

La puesta en escena estaba tan bien diseñada que merecía una mayor profundidad, podría haber sido interesante internarse en temas psiquiátricos resultado de una estirpe muy cerrada, pero no, el director en los minutos finales echa toda la carne a la parrilla con una idea trillada.

La tensión desciende abruptamente porque el terror psicológico desaparece y la cinta busca los derroteros típicos del género.

Ari Aster fue aumentando la apuesta, pero el guion de Hereditary (ver tráiler) no avanzó porque la historia no estaba a la altura de las expectativas.

Ficha técnica

Título original: Hereditary

Año: 2018

Duración: 126 minutos

Producción: Estados Unidos

Dirección: Ari Aster

Guion: Ari Aster

Reparto: Toni Collette, Gabriel Byrne, Alex Wolff, Milly Shapiro, Ann Dowd, Christy Summerhays

Música: Colin Stetson

Fotografía: Pawel Pogorzelski

Género: Terror / Drama psicológico / Película de culto

Calificación: 7/10

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