Agnès Varda, en su incansable lucha social, se planta en 1985 y presenta Sin techo ni ley (1985), una cinta que posee una gran personalidad, más en su forma que en su fondo, ya que la francesa la desarrolla con ciertos aspectos propios de un documental.
Del arte a la aspereza
Después de visionar Cléo de 5 a 7 (1962) y La felicidad (1965), me adentraba con cierto interés en una de sus obras más reconocidas. Con este filme, Varda se aleja de una visión cinematográfica más artística—sin abandonarla—para mostrarnos una historia cruda, austeramente sucia, que nos cuenta la historia de una mujer hallada muerta. Un camino narrado desde el prisma de la gente con la que se relacionó durante su vida nómada, dejando en claro que su pobreza y su elección de la libertad absoluta la empujan a la soledad y a la incapacidad de crear vínculos profundos.
Contradicciones de una nómada
Siempre es interesante ver cómo el ser humano que vive ajeno a la sociedad, en la marginalidad, ya sea elegida o no, sucumbe en mayor o menor medida a traicionar ese principio de libertad que lo define, abocándose sin remedio a una hipocresía inherente al ser humano. En este caso, Mona, nuestra protagonista, pretende desafiar ciertas convenciones sociales, vivir al margen de lo establecido, pero en muchas ocasiones depende de la generosidad de otros para sobrevivir, hecho que, unido a su continuo desperdicio de oportunidades, la convierte en un personaje tan interesante como imperfecto (y algo exasperante).
La soledad como precio
Durante el último tercio del metraje se pueden ver las consecuencias de las elecciones de Mona, y de cómo esa búsqueda de una libertad tan extrema la lleva al concepto más absoluto de soledad, perdiendo así cualquier tipo de apoyo que hubiese tenido, siendo pasto del inmisericorde frío de los viñedos franceses.
El rostro de la marginalidad
Sandrine Bonnaire, quien interpreta a Mona, realiza una actuación sincera, pero con una fuerza propia del personaje al que da vida, hecho que, a fin de cuentas, es profundamente necesario en una cinta que se focaliza tanto en su historia.
La factura técnica de Varda sigue siendo excelsa, como en la portentosa La felicidad (1965), pero, a diferencia de esta última, la francesa hace uso de una literalidad visual que representa lo precario de la situación de Mona, huyendo de cualquier intención de romantizar su historia.
Varda es única
Sin techo ni ley (1985), superior a Cléo de 5 a 7 (1962) e inferior a la obra maestra que es La felicidad (1965), se postula como una de las obras cumbre de una directora con una sensibilidad y una convicción en lo que quiere plasmar en pantalla tan admirable como meritoria. Agnès Varda posee un encanto especial.
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Ficha Técnica
Título original: Sans toit ni loi
Año: 1985
Duración: 105 min.
País: Francia
Director: Agnés Varda
Guion: Agnés Varda
Reparto: Sandrine Bonnaire, Macha Méril, Yolande Moreau, Stéphane Freiss, Marthe Jarnias
Género: Drama social, Pobreza
Calificación: 9/10