Como en un espejo, dirigida por Ingmar Bergman

«Como en un espejo» (1961): Dios observa tras un vidrio

Ingmar Bergman filmó tres películas que conforman la trilogía «El silencio de Dios». La primera, Como en un espejo (1961), una joven que acaba de salir de una institución psiquiátrica; la segunda, Luz de invierno (1963), sobre un sacerdote que ha perdido la fe; y la tercera, El silencio (1963), acerca de la inocencia de la infancia. Estas tres cintas no comulgan entre ellas, salvo en la temática relativa a la presencia–ausencia de Dios.

Como en un espejo, es lo que Bergman denomina un filme de cámara dado el escaso número de personajes. Karin es la hija que padece de esquizofrenia, el personaje central y única mujer. Cuatro personas se reúnen en una casa de veraneo en la isla de Faro, a Karin la acompaña su padre (David), el esposo (Martin) y su hermano menor (Minus). Cada uno encerrado en su mundo, responden a personalidades ególatras, ninguno de ellos comprende cabalmente a Karin y ninguno aporta lo necesario a esta mujer que requiere ayuda.

El cine de antaño

El blanco y negro de Sven Nykvist es bellísimo y los encuadres son perfectos, pictóricos. Uno aprecia la profundidad de campo y los claroscuros, realmente lamento no haber visto esta película en el Normandie, esa antigua sala con innumerables butacas vacías.

La música de Bach aparece en momentos claves para sugerir cierto fatalismo. La enfermedad de Karin no tiene cura, en estas vacaciones ella ha salido del hospital psiquiátrico. El padre y el marido conversan de su momentáneo estado de normalidad, aunque intuyen que recaerá en otro brote de esquizofrenia.

En una escena de Como en un espejo, Karin lee el diario de apuntes del padre, un escritor fracasado que busca nuevos temas y en esos escritos confiesa la posibilidad de documentar el padecimiento de la hija.

Detrás del espejo

Karin, en su estado, no siente deseos sexuales por su marido, pero si experimenta orgasmos cuando las voces internas le hablan. Le molesta el ruido que hacen los pájaros, incluso el exceso de luz parece perturbarla. La relación con su hermano cruza ciertos umbrales, sugiriendo una relación incestuosa. El mundo de Karin es caótico y se derrumba a pasos agigantados.

Hay una escena a bordo de una embarcación varada en la playa, inclinada, una metáfora del estancamiento de los personajes, el vacío existencial recae sobre todo en el padre que ha sido incapaz de comprender y prestarles atención a sus dos hijos.

El silencio de Dios habita en el corazón de estos hombres, les falta amor para cuidar de Karin. Ellos no escuchan las voces que oye, otro tipo de silencio que ella interpreta como la voz de Dios, pero que se le presenta como una entidad grotesca.

En el transcurso de un día, Karin empeorará, hablará sola a una pared. No hay sentido en estos ruidos de su cerebro, ella espera al helicóptero que la llevará de nuevo al hospital.

El silencio de Dios

Karin no puede lidiar con estos dos mundos, el de la normalidad y el otro alternativo. El padre escuchará a su hijo hablar de la presencia de Dios, percibe que Karin no ha recibido amor por parte de ellos. El padre le explica que hay amores buenos y otros malos, a fin y al cabo lo que importa es esa conversación, la primera comunicación real en sus vidas.

Este quiebre final que propone Ingmar Bergman es esperanzador, si bien Karin no puede escapar de su enfermedad, al menos padre e hijo dejan entrar luz en sus corazones, esa luz sería la presencia de Dios, el fin de su silencio que ha durado tantos años.

El silencio de Dios se anidó en el corazón del padre, quién fue incapaz de inculcar amor en sus hijos, atormentados, una por problemas mentales y el otro por conflictos de índole sexual.

Esa falta de amor, en el caso de Karin, provoca desquiciamiento. No puede afrontar el vacío existencial evadiéndose y ocultándose tras los libros como lo ha hecho su padre.

En Como en un espejo, el espejo o filtro sería representado por el padre, que no deja que la luz llegue a sus hijos y, por otro lado, el espejo es la esquizofrenia que aqueja a la hija, filtro que le impide escuchar a Dios.

Ficha técnica

Título original: Trough a Glass Darkly

Año: 1961

Duración: 91 minutos

Producción: Suecia

Dirección: Ingmar Bergman

Guion: Ingmar Bergman

Reparto: Harriet Andersson, Gunnar Björnstrand, Max von Sydow, Lars Passgard

Música: Erik Nordgren

Fotografía: Sven Nykvist (B&W)

Género: Drama / Enfermedad Mental

Calificación de «Como en un espejo»: 9/10

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