Fatih Akin está a los mandos de un relato profundamente tenebroso que narra las perversiones y asesinatos cometidos por Fritz Honka entre 1970 y 1975 en Hamburgo. Este es un director con cierto recorrido, que se ha caracterizado por una visión realista de lo que quiere contar; un gran ejemplo de ello es En la sombra (2017) y, evidentemente, El monstruo de St. Pauli (2019).
La decadencia como personaje
En su afán de exponer la crueldad humana en su apogeo más primitivo y, por lo tanto, crudo, Akin consigue navegar por varias problemáticas que rodean a este asesino en serie. En primer lugar, el marco donde se desarrolla la cinta se reduce a un submundo de drogas, alcohol, prostitución y asesinatos entre la casa de Honka y el bar que le sirve como coto de caza. Esta representación de la marginalidad, a través del alcoholismo y la decadencia más absoluta, configura una sensación constante de suciedad, literal y figurada, en cada fotograma de la cinta.
Retrato incómodo de una mente perturbada
Introduciéndonos en el mundo estanco que crea el director, podemos observar cómo la violencia, mostrada de manera cruda y carente de efectismos, es el motor de vida de un asesino al que, sin mucho esfuerzo, se le ven los traumas y los problemas psicológicos relacionados con el sexo, las mujeres, el alcohol y la situación coyuntural en la que ha desarrollado su vida. La psicología del asesino no se explora en profundidad, pero se evidencian rasgos reconocibles que se unen a una violencia gráfica no excesivamente explícita, pero sí crudamente repulsiva; en definitiva, incómoda.
Muchas de las sensaciones que hacen de El monstruo de St. Pauli (2019) una experiencia desagradable son las decisiones estilísticas basadas en un feísmo sustentado por la ausencia de belleza o esperanza. La cinta se esfuerza por desagradar al espectador, dejándolo náufrago en la buhardilla de los horrores.
Un actor al servicio del horror
Para finalizar, aplaudo el trabajo de Jonas Dassler, quien se pone en la piel de uno de los asesinos en serie más desagradables, ya sea por su apariencia poco o nada agraciada o por los atroces actos cometidos. El actor alemán consigue el odio de un espectador asqueado por la falta de humanidad que imprime al personaje de Honka.
Valentía en la sordidez
El monstruo de St. Pauli (2019) recibió críticas variadas por parte de los profesionales debido a la sórdida puesta en escena que decide darle su director. En mi caso, entiendo esa arriesgada elección y, por ese riesgo y porque genuinamente me ha gustado, aplaudo su valentía.
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Ficha Técnica
Título original: Der Goldene Handschuh
Año: 2019
Duración: 102 min.
País: Alemania
Director: Fatih Akin
Guion: Fatih Akin
Reparto: Jonas Dassler, Margarete Tiesel, Katja Studt, Tristan Gobel, Uwe Rohde
Género: Thriller, Asesinos en serie, Basado en hechos reales
Calificación: 7/10