Después de varios meses desde Rashomon (1950), vuelvo a la filmografía de Akira Kurosawa, y de nuevo el nipón me demuestra sus dotes a la hora de ofrecer al espectador una excelsa narración cinematográfica que hace de un thriller una profunda reflexión social.
El dilema de Gondo
El infierno del odio (1963) nos presenta a Gondo, un alto directivo de una empresa de calzado que se ve envuelto en un dilema vital: ha reunido el dinero suficiente como para tomar control de la compañía, pero el rescate de un secuestro trastocará sus planes. Aquí, Kurosawa sitúa a nuestro protagonista en el epicentro de un dilema proceloso, de difícil solución, ya que, si paga, se arruina; y si no, deja la vida del niño a la suerte.
Dicotomía de escenarios
La cinta se divide en dos partes muy diferenciadas. La primera se desarrolla en el lujoso hogar de Gondo, donde el japonés da una clase magistral de cómo llevar un thriller. Una clase que destaca por la disposición de cada uno de los personajes, teniendo todos un motivo, uno que se fundamenta en una representación jerárquica sutilmente eficaz.
Cuando salimos del piso de Gondo, entramos en esa segunda mitad donde seguimos el proceso policial, un cambio de tono que sirve como yuxtaposición a la opulencia de nuestro protagonista. Con esto, Kurosawa logra un contraste entre clases, un salto desde lo más alto al abismo, dejando claro que este crimen no es un caso aislado, es algo cotidiano en la miseria; en definitiva, un síntoma de una sociedad dividida.
Kurosawa y su mirada sobre al odio de clases
Si bien es cierto que Kurosawa trabaja el concepto de la desigualdad, crea un criminal con un profundo odio a los ricos, un odio ajeno a cualquier tipo de lógica que deriva de su sentimiento de desigualdad, pero también de una envidia genuina. Y es que el rico que crea Kurosawa es complejo; se entiende que ha trabajado arduamente para llegar a donde está, lo que convierte la venganza del secuestrador en un acto de frustración ciega más que en un simple acto de justicia forzada. Esto genera un equilibrio en su crítica social, dotándola de matices y de una moderación admirable que la deja lejos de moralinas simplistas.
Luz sobre la oscuridad que somos
Asakazu Naki se encarga de una fotografía que entiende la psicología de los personajes y la potencia con un juego de luces y sombras perfecto, uno que plasma el dilema moral de Gondo desde el principio.
Toda la cinta, pero sobre todo su final, es un ejercicio reflexivo donde Kurosawa se explaya sobre la injusticia, la imposibilidad de redención y la desigualdad inherente al ser humano. Estamos ante un poderoso testimonio sobre la condición humana.
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Ficha técnica de El Infierno del Odio (Tengoku to Jigoku)
Título original: Tengoku to Jigoku (High and Low)
Año: 1963
Duración: 143 min.
País: Japón
Director: Akira Kurosawa
Guion: Hideo Oguni, Akira Kurosawa, Ryuzo Kikushima, Eijiro Hisaito
Reparto: Toshirô Mifune, Kyôko Kagawa, Yutaka Sada, Takashi Shimura, Tatsuya Mihashi, Tatsuya Nakadai
Género: Cine Negro, Thriller, Intriga, Drama, Película de culto
Calificación: 9/10