Como llegaron se marcharon, entre la indiferencia y el desprecio, solos y en silencio. Con una aguja colgando del brazo y dos lineas en la crónica de sucesos. De ellos pocas palabras se escribieron. ‘Otro protagonista del cine quinqui encontrado muerto’.
Hoy, por tantos a los que representaron y dieron voz, son recordados como símbolos de desobediencia. Jóvenes ingobernables, desafiantes y siempre fuera de la ley. La esencia quinqui del barrio, el ¡¡Fuck Mario Casas y que Viva el Pirri!! pintado en las calles de San Blas.
Los villanos de la ‘Transición’
Nuestra imagen en tiempos de liberalismo financiero nos mostraba modernos, libres y seguros. Era 1978 y así debía ser. Modernos y en paro, con 1.700 muertos por sobredosis cada año. Libres e hipotecados, con la libertad cargada en la tarjeta de crédito. Y siempre seguros, esquivando coches bomba y enterrando con cal viva.
Ahí, en esa España de los Bosé y Alaska y junto a los GAL y la ETA, aparecieron ellos, nuestros protagonistas. Una serie de antihéroes surgidos de los barrios más pobres y elegidos para encarnar a una generación de adolescentes sin futuro.
Pantalón pitillo, chaqueta vaquera, con el cigarro en la oreja y en la mano un litro de cerveza. El Torete, Manazano, el Pirri, Basilio o el Vaquilla. Gracias a ellos conocimos una realidad distinta a la Movida de Nacha Pop y Radio Futura. Una realidad de trapicheos frente a la hoguera, abusos policiales, pequeños palos y asaltos en farmacias.
Con Los Chichos, Los Chunguitos y Rumba-3 de fondo, los jóvenes apátridas encontraron en la heroína su gran aliada y su mayor desgracia. Y así, con los cines repletos de chavales que querían ver a sus estrellas, se acabó todo. Desde la política parlamentaria, la ley Miró (1983) los puso en la diana. Tras 10 años de éxito la industria apagó la euforia.
¿Dónde están mis amigos? cantaba Extremoduro. Pues algunos en el talego, otros muertos en cualquier esquina.
Los 5 protagonistas del CINE QUINQUI que deberías conocer
1. José Luis Fernández Eguía, alias «el Pirri»
Su sonrisa de crío desdentado y aquellos ojos que destilaban calle, captaron la atención de Eloy de la Iglesia. Tenía solo 12 años. Lo de «Pirri«, por el jugador de futbol, fue cosa de su tío. Lo del cine, empezó con «Navajeros» (1980). Y desde aquel ‘¡Joder macho, como te lo montas!’ hasta «La estanquera de Vallecas» (1987), pasaron 12 películas y una buena temporada en la trena. ¡Hasta llegó a ser tertuliano en un programa de TVE!
Y al final lo de siempre, se fue montado a lomos de su fiel compañera. El 9 de mayo de 1988, la sonrisa del crío desdentado se apagó con 23 años. Hoy es un símbolo quinqui y orgullo de barrio.

2. José Luis Manzano
Actor fetiche de Eloy de la Iglesia y quizás el más importante de todos. ‘De naturaleza violenta’, así murió José Luis Manzano, conocido por interpretar la vida del «Jaro» en «Navajeros» (1980), «Colegas» (1982) junto a los hermanos Flores o la saga de «El Pico» (1982). El 20 de febrero de 1992 apareció muerto en su casa. Golpeado y con varias puñaladas, se dijo que en su sangre se encontraron drogas que ya ni consumía. Hasta se sospechó del director vasco con quien convivía.
Destruido mil veces por la heroína y renacido de nuevo, fue la industria la que acabó con su carrera. De prostituirse para ganarse la vida, a estrella del cine quinqui.
3. Ángel Fernández Franco, alias el «Torete»
Entre la dictadura y la democracia. Ahí entró «El Torete», en un Seat blanco y con los «Chichos» sonando. Ángel Fernández Franco nació en La Mina (Barcelona) y tenía 15 años cuando protagonizó «Perros Callejeros» (1977) de José Antonio de la Loma. Con él al frente interpretó la vida de «el Vaquilla” en 3 películas y el chaval, llegó a ser portada de Fotogramas y jugador de futbol en Melilla.
Y todo entre películas y condenas. Macarra hasta las huesos, «El Torete» murió en 1991 a consecuencia del SiDA. Su tumba en Montjuic sigue siendo destino de muchos de sus seguidores.
4. Berta Socuéllamos
Con bigote falso, a cara descubierta y Los Chunguitos de banda sonora. Así conocimos a Berta Socuéllamos, interpretando a una joven Ángela que junto a Pablo, «el Meca» y «el Sebas» maravillaron en la Berlinale del 81. «Deprisa, deprisa» (1981) de Carlos Saura, ganó ese año el Oso de Oro coronándose mejor película del festival, pero para entonces Berta ya había desaparecido. Consumida por la heroína, como la gran mayoría, ingresó en un centro de desintoxicación y nunca volvió a actuar. Quizás fue eso lo que salvó su vida. Hoy vive en el anonimato en el barrio madrileño de Villaverde.
Su breve y fugaz aparición le bastó para convertirse en mito y leyenda del cine quinqui. La joven promesa de ojos tristes.

5. José Antonio Valdelomar, alias «el Mini»
Y no podíamos cerrar esta breve lista de algunos imprescindibles del cine quinqui, sin hablar de él. José Antonio Valdelomar, alias «el Mini», coprotagonista junto a Berta Socuéllamos en «Deprisa, deprisa».
Cuando Saura lo encontró en Villaverde, tenía 20 años y su historial de detenciones era bastante extenso. Curiosamente, «el Mini» nunca llegó a ver en cines su única película. El 11 de marzo de 1981 con el rostro cubierto por una media de nailon y armado con una Star 9 mm, el joven asaltó una de las oficinas madrileñas del Banco Vizcaya. En su bolsillo aún llevaba el contrato del film. Cobró 300.000 pesetas.
Y desde aquella detención jamás volvió a pisar la calle. Encerrado en Carabanchel y enfermó terminal de SIDA, en 1992 decidió que había llegado la hora. Su mujer le llevó lo necesario en una visita y tras despedirse de ella, José Antonio Valdelomar se metió su último pico de heroína. Así, se volvió a cumplir la norma y empezamos de nuevo…
Como llegaron se marcharon, entre la indiferencia y el desprecio, solos y en silencio. Con una aguja colgando del brazo… ‘Otro protagonista del cine quinqui encontrado muerto’.