Trece fueron los años que James Cameron tardó en materializar una promesa que, en manos de cualquier otro, habría caído en el olvido. El director regresa a Pandora no solo para expandir su universo, sino para imponer una cátedra sobre los límites de la tecnología cinematográfica. Esta secuela presenta una dicotomía que obliga al espectador a rendirse ante la experiencia sensorial o a valorar con exigencia una narrativa irregular.
Contradictoria en sus partes
Avatar: El sentido del agua (2022) es, en esencia, paradójica, ya que es capaz de crear mundos de una complejidad biológica asombrosa pero, a la vez, sustentarse sobre un esqueleto narrativo frágil. La cinta abusa de giros forzados y clichés un tanto cuestionables que hacen de su ya simple narrativa un defecto más que palpable. A esto se suman, en su tramo final, decisiones de personajes que rozan lo incomprensible y conveniencias del guion que desafían la lógica interna, errores que sin duda harían naufragar a cualquier otra producción. Sin embargo, Cameron logra mediante una mezcla de ritmo y estética que tres horas de metraje se desvanezcan sin pesar, demostrando que su capacidad para el espectáculo está muy por encima de sus dotes como escritor.
Por otro lado, el relato encuentra su verdadera alma en los momentos de pausa, en la exploración antropológica y naturalista de los clanes. Cuando este se aleja de la pirotecnia visual, brilla adoptando un tono casi documental, logrando que el espectador conecte emocionalmente con la fauna y flora de Pandora. Y es que he de admitir que existe una sensibilidad especial en cómo se plasma la conexión con la naturaleza, generando una empatía primitiva y poderosa que compensa los desvaríos de la trama bélica.
Un prodigio del medio
La vertiente técnica es incuestionable, situándola como el mayor logro visual de la historia del medio. El trabajo que se realiza con el agua, los reflejos y la luz responde a una calidad tan abrumadora que el título de la cinta cobra un sentido literal y narrativo absoluto. Esta perfección visual le sirve a Cameron para disimular carencias, haciendo de la estética un elemento funcional que, en cierto modo, justifica las licencias argumentales por el placer de seguir mirando.
Otra de sus grandes virtudes reside en un reparto que, bajo capas y capas de texturas azules, logra mantener una expresividad que la tecnología respeta. Sam Worthington y Zoe Saldaña potencian la sensación de estar viendo un drama familiar consistente. Estamos delante de un triunfo del motion capture.
Más que disfrutable
Avatar: El sentido del agua (2022) es una obra de luces y sombras. Es innegable que su narrativa palidece ante la inmensidad de sus logros estéticos. Y es que el canadiense entrega un blockbuster imperfecto en lo argumental pero soberbio en lo visual, demostrándonos que el cine, a veces, no necesita ser perfecto para ser mágico.
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Ficha Técnica
Título original: Avatar: The Way of Water (Avatar 2)
Año: 2025
Duración: 192 min.
País: USA
Director: James Cameron
Guion: James Cameron, Rick Jaffa, Amanda Silver
Reparto: Sam Worthinton, Zoe Saldaña, Signourney Weaver, Kate Winslet, Stephen Lang, Cliff Curtis
Género: Ciencia Ficción, Aventuras, Fantástico, Acción
Calificación: 7/10
