Crítica de Parthenope (2024): belleza, vacío y el Nápoles de Paolo Sorrentino

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Ayer encendi el ordenador con la ilusión de reencontrarme con el Sorrentino que siempre me había enamorado. Tras hacerme un maratón y verme toda la serie de The Young Pope la semana pasada, quise ponerme al día con una película que llevaba tiempo atrasando, Parthenope.

Pero no me encontré al Paolo Sorrentino de años atrás, el de La gran belleza y Juventud. Parthenope me recibió con una calma excesiva, más cercana a la contemplación de un cuadro que a la emoción de una historia.

Un Sorrentino entre la belleza y la introspección

La sombra de La gran belleza es inevitable. Allí se exploraba la vejez mirando hacia la juventud; en Parthenope, la perspectiva se invierte: es la juventud la que contempla el paso del tiempo y lo que queda por vivir.

Sorrentino oscila entre dos registros: el del exceso barroco (imágenes abrumadoras con, a mi parecer, demasiada exhibición estética) y el de la introspección contenida. En Parthenope siento que conviven ambos, pero no siempre en armonía, dejando al espectador entre momentos de deslumbramiento visual y largos pasajes más fríos y pausados.

Para quien conoce la historia de la ciudad, el título conecta con el mito de la sirena Parténope, figura fundacional de Nápoles.

En la película, esa carga simbólica se encarna en Celeste Dalla Porta, que ofrece una interpretación luminosa, pero demasiado limitada por un guion flojo que no explota todo su potencial. Es como si todo el presupuesto se hubiese ido en un director de arte, dejandole unas migajas a los guionistas.

Nápoles como escenario y metáfora

Paolo Sorrentino regresa a su ciudad natal con un retrato poliédrico de Nápoles. La cámara pasea desde los palacios aristocráticos en decadencia hasta las calles humildes; de la vida universitaria a las costumbres populares, sin olvidar la presencia de la mafia o la influencia cultural de los americanos tras la guerra.

Incluso introduce un parto en el agua, casi ritual, como metáfora de renacimiento.

Frente a la Roma monumental de La gran belleza, Nápoles aparece como un organismo vivo, caótico, contradictorio, hermoso y brutal a la vez.

No discuto la potencia estética de Parthenope. Cada plano es una postal y cada encuadre un cuadro. Pero al verla siento que la película se acerca más a una obra teatral que a un drama cinematográfico.

Quizás para algunos esto haya sido poesía visual, pero yo he sentido que el vacío narrativo ha frustado mis espectativas (quizás demasiado altas).

Reparto de Parthenope

El reparto se apoya principalmente en la magnética Celeste Dalla Porta, cuya presencia sostiene gran parte de la película.

A su alrededor, un reparto de figuras que rozan lo caricaturesco: familias aristocráticas, universitarios, mafiosos, militares americanos.

Aunque algunos personajes secundarios aportan matices, muchos parecen diseñados con pinceladas sueltas, sin un trasfondo, demasiado planos, lejos de ser protagonistas de carne y hueso. Es una pena, porque Gary Oldman, Silvio Orlando (un clásico en el cine de Sorrentino) o Daniele Rienzo están muy desaprovechados.

Dónde ver Parthenope

Parthenope ya está disponible en varias plataformas de streaming. En Movistar Plus+ puede verse tanto en castellano como en catalán, mientras que en Filmin está accesible en versión española e italiana.

También puede encontrarse en Apple TV, Prime Video y Rakuten TV, lo que facilita elegir entre verla doblada o en su idioma original, según la experiencia que se busque.

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